Trayectoria - Volviendo a los Caracoles

El presente artículo fue el resultado de una investigación realizada en 1999 por la húngara Judit Sárosdy, historiadora y crítica del arte. Dicha investigación fue encomendada por el Museo Mora Ferenc, Szeged, cuando la escultora residía en Hungría. Sin duda hace un recorrido profundo por la trayectoria de Sylvia Ramírez....

El nombre y la obra de Sylvia Ramírez Rello – escultora mexicana – son quizá más conocidos y cotizados en Europa que en su propia patria, por la sencilla razón de que la discípula del maestro Francisco Zúñiga, al concluir sus estudios en la Escuela Nacional de Pintura “La Esmeralda” de México, D.F., vino a perfeccionar sus conocimientos en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas y posteriormente en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Ginebra (1974-1977). La mayor parte de su carrera profesional ha transcurrido en Europa, a pesar de lo cual sus sensibles figuras humanas, los retratos clásicos y los torsos fundidos de bronce han merecido mucho éxito en ambos continentes.

Durante su larga y fructífera trayectoria ha demostrado su talento en varias exposiciones individuales y colectivas, obteniendo también premios e invitaciones para distintos simposios. Sus obras se encuentran tanto en colecciones privadas como en importantes instituciones y museos, incluyendo el Palacio de las Naciones Unidas en Ginebra, donde se exhibe permanentemente una escultura suya, donada por el Gobierno mexicano. Esa inquietante figura de bronce que representa a un niño sentado, en gesto defensivo, ha llegado a ser la obra más conocida de la artista. Su mensaje que sigue siendo válido, además de ser una protesta contra todo tipo de agresión también podría ser su ars poética. De todas maneras ¿Civilización? Se considera un giro dentro de su obra: del estilo figurativo de inspiración clásica, de expresivo modelado hacia lo abstracto.

1 + 1 = 1Las figuras mutiladas, casi amorfas de la serie titulada 1 + 1 = 1 nos muestra la anhelada e imposible fusión de los seres humanos. Los no realizados abrazos y besos de sus criaturas son símbolos monumentales de nuestros tiempos desmitologizados. En su obra multimedia Alienación, las cinco figuras ancestrales – inspiradas por los reyes y seres de Henry Moore, retomados de la plástica prehispánica – se convierten en representantes de la deshumanización mundial. Ese móvil de cuatro dimensiones, además de ser testimonio principal de la inquieta búsqueda de la artista, es una obra compleja que incluso sugiere una futura escultura de grandes proporciones. En ella enlaza el espacio con el tiempo, el ritmo con el movimiento, las formas plásticas con la música intangible, la técnica preclásica con la moderna. Qué bien se lograría el anhelo de la artista de romper con la Alienación si esa pieza se exhibiera, a la vista de los paseantes enajenados por la cotidianidad y la rutina, poniéndola a su alcance como monumento en algún lugar público, tal vez en la fuente de un jardín en alguna parte del mundo.

Mujer en ReposoAunque el estilo expresivo y figurativo de Sylvia Ramírez se ha ido modificando durante los años, en la década de los 80 pasó por una evolución importante: desde el modelado de tierra cocida y fundición de bronce llegó a la “descomposición”. En sus esculturas de mármol de aquel entonces aparece una abstracción más marcada; mientras que el duro material le iba proponiendo una nueva prueba de fuerzas por el trabajo lento y concentrado, el blanco y solemne mármol de Carrara le inspiró unas cerradas y sencillas formas, a la manera de Brâncusi. El Albatros muerto (1988) o el Pájaro (1990) son ejemplos muy claros de cómo sugiere la materia el camino a la artista. Desde la década de los 90 ha ido ampliando su obra con nuevas versiones de los torsos y de la Fusión (1992) hasta llegar a una síntesis. El Torso de Mujer (1993) en su clásica y sorprendente composición, por su forma de humana posee alusiones mediterráneas, mientras que “los amantes de los caracoles” de formas monolíticas o antro-zoomórficas llegaron todavía mucho más allá.

caracolArraigados en la tradición prehispánica, influidos por la cultura y tradición escultórica europeas, desde lo griego, pasando por lo italiano renacentista hasta la vanguardia de nuestro siglo, parecen alimentarse de las fuentes comunes de la humanidad. Los elementos mexicanos o mesoamericanos, desde el caracol hasta el sincretismo; los dioses creados de animales y de seres humanos (además de aludir a la arcaica cultura original) también tienen un mensaje global: la eterna lucha de Vida y Muerte continúa. Sus torsos también parecen unos hallazgos arqueológicos de siglos venideros, o unas reminiscencias de épocas ya desaparecidas, representantes de la armonía eterna y de la unidad anhelada. El movimiento y preferentemente la torsión – predilecta expresión plástica de la escultora – testimonian sus conocimientos anatómicos, al igual que su gran capacidad de abstracción. Entre otras, el bello Torso yacente (1997), parecido a una Venus de Milo mutilada; o la nueva versión del “reto a la matemática euclidiana”. Las dos figuras humanas desnudas están sumadas por los ósmosis generalizada de 1 + 1 = 1.

Las nuevas esculturas de Sylvia Ramírez con sus formas concentradas, de superficies tan lisas y suaves como los guijarros tallados por el agua y el viento, nos recuerdan las bellas y sencillas plásticas del importante escultor húngaro, Miklós Borsos (1906-1990), que vivió y trabajó en Tihany, inspirado por el encanto del lago Balaton. A pesar de su excelente obra quedó un poco aislado del mundo. Deseo a Sylvia suerte viviendo y trabajando como desde hace tiempo en dos mundos distintos: por medio de su obra podrá construir puentes entre nuestros continentes, enriqueciendo con sus nuevos valores universales tanto la plástica europea como la mesoamericana.

Judit Sárosdy
Historiadora húngara y crítica del arte.