Diadio de Yucatan
Imagen-Cultura. 24/08/2011

Sylvia Ramírez, sólo escultura

En la búsqueda sutil de tocar el aura de lo clásico

Cuando se piensa en el estereotipo del escultor, la imagen que viene a la mente es un personaje con un trozo de piedra frente a sí y un artista que tiene en la mano un cincel y un martillo.

Así, simple, directo y a la vez inmensamente profundo, es el contacto entre la piedra por esculpir y el ser humano que la toma entre sus manos.

Ese contacto es el que ha elegido Sylvia Ramírez para su exposición en la sala 2 del Macay; una serie sin título que agrupa trabajos realizados en granito, ónix y mármol. En el encuentro con la piedra, un ejemplo obvio entre las escultoras de la historia podría ser Camille Claudel. Joven e intensa, trabajó durante un tiempo hombro a hombro con el monstruo francés de la escultura: Auguste Rodin, y sólo sus demonios interiores pudieron detenerla. Sin embargo, ella conoció el poder de ese contacto con la piedra cuando las astillas le saltaban encima y de aquel bloque de mármol emergía una forma aún más viva que el modelo pese a ser tan fría, tan pesada.

Así están, vivas e inmortales, las 16 piezas que presenta Sylvia (todas de pequeñas dimensiones, la mayoría de alrededor de 30 centímetros por lado y la más grande de 65) y parecen proponer en primera instancia un diálogo con la naturaleza perfectible, que reta a los tiempos una vez que el tejido y la carne mortales se han transmutado en mármol, ónix, granito: los caracoles, las aves, los torsos, las maternidades, todos poseen particulares evocaciones, como escribe Judit Sarosdy en la hoja de sala: "parecen [.] hallazgos arqueológicos de siglos venideros o [.] reminiscencias de épocas ya desaparecidas, representantes de la armonía eterna y de la unidad anhelada".

Búsqueda

Quizá con todo lo anterior podría aventurarse que en esta colección de la escultora hay una búsqueda sutil de tocar el "aura" de lo clásico, no sólo en lo morfológico y evidente como el movimiento y suave torsión de sus piezas, notable en los torsos y cuerpos de mujer, sino también en su concepción y motivos esenciales. Junto con los caracoles que inevitablemente invocan más al mundo prehispánico que a la naturaleza, llama la atención, por diferente, bajo el título "Cultura fundamental", una cabeza olmeca de ónix enmarcada por un óvalo de aparentes cuentas, talladas también del mismo bloque de piedra.

Sylvia Ramírez Rello incluye en su trayectoria una formación profesional realizada en México, Bélgica y Suiza.

Ha presentado exposiciones en varios países: individuales, en Ginebra (Suiza), Berlín (Alemania), Bruselas, Brujas y Aalst (Bélgica); Budapest y Szeged (Hungría), y México, D.F. Así como exposiciones colectivas en diversas entidades del país y el extranjero. Entre otros premios, ha obtenido Mención de Honor en el Salón de Artes Plásticas Mexicanas: Trienal de Escultura 1988, INBA, México, D.F.; la Medalla "Flanders International Club", Bruselas (1985) y la Gran Distinción de la Real Academia de Bellas Artes, Bruselas (1973).

Próximamente tomará parte en la exposición "Raíces vivas de Chimalhuacán" de esculturas en piedra, que organiza la Fundación Sebastián. Para ver la obra de Sylvia en el Macay todavía quedan algunos días.- María Teresa Mézquita Méndez